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Comunicar bien, mucho más que hablar.

Una vez superada la fase de enamoramiento e idealización de la pareja y a medida que vamos tomando conciencia de los defectos del otro. Cada vez se hace más necesaria la toma de decisiones conjunta. Todo ello nos brinda el inevitable campo de cultivo para que surjan conflictos. Estos conflictos dependerán, no sólo de los distintos motivos de desacuerdo, sino de la forma en que los abordamos.
Tal y como dijo el Premio Nobel de la Paz Kofi Annan: “El 10% de los conflictos se debe a una diferencia de opinión y el 90% a un tono de voz equivocado”.
Por tanto, la forma en que nos comunicamos juega un papel esencial en una discusión. No es suficiente con que una pareja se comunique. Es necesario que se comuniquen bien.
A modo de prevención, vamos a ver algunos de los errores más comunes en la comunicación marital. Miguel Costa y Carmen Serrat explican que dichos errores de comunicación pueden producirse tanto en el emisor, en el receptor como en el propio mensaje.
En el emisor. Deficientes habilidades comunicativas, tanto a nivel verbal como no verbal. Por ejemplo uno de los miembros de la pareja puede tener el objetivo de expresar ternura, pero lo hace con un tono de voz alto, gestos y contacto físico bruscos, que hace que el otro perciba algo muy diferente. También puede suceder que haya una reducida expresión de sentimientos o peticiones por temor a las consecuencias que se puedan derivar. Por último se dan casos en los que la persona adopta un estilo sumiso de comunicación donde simplemente se limita a cumplir las peticiones del otro para evitar el conflicto.
Gottman señala 2 formas de comunicación inadecuada por parte del emisor que podríamos encajar en este apartado, por un lado las criticas destructivas que consisten en emitir un juicio hacia la persona y no hacia sus actos. “Si actúas de esta forma eres de esta forma” este tipo de comunicación es muy destructivo ya que condena a la persona, percibiendo eso como algo intrínseco, suyo y dejándole poco margen para el cambio. No es lo mismo decir “siempre vas a lo tuyo, nunca ayudas en casa, eres un vago” que decir “me gustaría que me ayudaras más con las tareas de casa”. El otro estilo de comunicación señalado por Gottman es el desprecio es decir, actitudes ofensivas que se expresan contra la pareja, mediante insultos, gestos, amenazas, sarcasmo, etc. que son una forma de infravalorar a la otra persona.
En el receptor. Inhabilidad para escuchar los mensajes del otro y dificultad para reconocer conductas positivas en el cónyuge, o bien se reconocen pero se equiparen a obligaciones que el otro tiene para con nosotros por el hecho de ser nuestra pareja. Gottman señala también 2 formas de actuación inadecuadas por parte del receptor, por un lado las actitudes defensivas donde uno no se responsabiliza de su parte de culpa y por tanto las quejas emitidas por el otro miembro son percibidas como ataques y como respuesta se produce un contraataque. Y por otro lado las actitudes evasivas donde la persona muestra indiferencia hacia las quejas o críticas de la pareja con actitudes como mirar hacia otro lado, involucrarse en otra actividad o hacer como que el otro no existe o no se le escucha y por tanto aumentando los sentimientos de rabia en el otro.
En el mensaje. Éste se suele expresar de manera abstracta dejando lugar a la interpretación por parte del otro. Por ello lo ideal es tratar de comunicar nuestro mensaje de modo observable para que así el otro pueda llegar a comprender lo que se desea. Por ejemplo cuando uno de los miembros de la pareja dice «me gustaría que fueras menos egoísta», lo que posiblemente quiera decir es «me gustaría que te hicieras cargo de los niños dos días a la semana». En definitiva, el mensaje cuanto más concreto y directo mejor para lograr el entendimiento.
Finalmente es aconsejable no caer en el error de abordar antiguos conflictos ya tratados con anterioridad en la discusión actual, para que el discurso no se convierta en una lista de acusaciones mutuas.
Por tanto, es importante que la pareja aprenda a revisar los mecanismos que se activan durante el conflicto para no enzarzarse en una guerra continua. Debemos recordar que la discusión nos brinda la oportunidad de llegar a un acuerdo y ese debe ser el principal objetivo. Todo lo demás supone una pérdida de tiempo y energías.