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¿El amor engancha? La química del amor.

Con frecuencia hemos oído o utilizado la expresión “me he enganchado” para referirnos a cómo nos sentimos cuando nos enamoramos. Esta expresión tiene bastante sentido si tenemos en cuenta que al enamorarnos se produce en el cerebro un proceso similar al que producen las drogas, atacando a los circuitos de recompensa cerebrales. La hormona responsable de este efecto es la dopamina, una sustancia que aumenta en nuestra sangre en situaciones placenteras como comer chocolate, tener relaciones sexuales o consumir drogas. Cuando la dopamina inunda nuestro cerebro se producen efectos de euforia, que refuerzan fuertemente la conducta y nos enseña a repetirlas.
Pero la dopamina no es la única hormona que interviene en la fase de enamoramiento, también lo hacen otras como la oxitocina, la serotonina, la noradrenalina o la vasopresina. Según el neurólogo Gareth Leng, la oxitocina ayuda a establecer lazos emocionales más allá de las primeras fases al enamorarnos. Es conocida como la hormona de la confianza o la de los abrazos y se libera en situaciones tan diferentes como el orgasmo, si te cogen de la mano, o cuando una madre da el pecho a su bebé.
El cóctel de hormonas mencionado anteriormente permite que nuestro cerebro se inunde de feniletilamina, un compuesto químico de la familia de las anfetaminas. Según la teoría de Donald F. Klein y Michael Lebowitz esta sustancia tendría en el cerebro una duración de unos 4 años. No es casualidad que al terminar una relación amorosa se consuma chocolate en exceso, puesto que contiene grandes cantidades de esta sustancia.
Y si el amor es como una droga ¿qué pasa con nuestro cerebro a medio o largo plazo? Pues ocurre que como en el caso de la droga al cabo del tiempo se produce una habituación, es decir, se necesita aumentar la dosis para seguir sintiendo lo mismo. Cuando la explosión química desciende a veces se puede interpretar como una pérdida de amor. Gaona considera que las relaciones no tienen por qué terminar una vez que acabe el amor romántico, a pesar de que esta sensación sea “sumamente adictiva”.
No debemos confundir amor con enamoramiento, en el amor influyen otros factores como los valores y las creencias, mientras que en el enamoramiento las reacciones químicas que se producen en nuestro cerebro son las responsables de que idealicemos a la otra persona.
¿Y cuando el enamoramiento se rompe? En este momento se experimenta una especie de síndrome de abstinencia, las consecuencias de una adicción pueden desembocar en conductas obsesivas o depresivas.
Es natural que se intenten mantener el máximo de hormonas de la “felicidad” en el cerebro, aun sabiendo que eso no durará siempre, afortunadamente cuando descienden a veces somos capaces de adaptarnos a esa situación y valorar otros factores para dar paso a otra nueva etapa en la relación: el amor.