Pedro ha salido de trabajar y decide quedarse un rato con unos compañeros tomando unas cervezas. A Sonia, su mujer, le dice que tiene algunos expedientes que terminar y que por eso llegará tarde a casa. Pedro sabe que Sonia se enfadaría si supiese que ya ha terminado de trabajar y que en lugar de quedar con ella está con unos amigos. Pero la realidad es que aunque ya ha terminado su jornada, necesita desconectar y no siempre lo consigue cuando llega a casa y escucha los problemas que le cuenta su mujer. Además, lo último que quiere cuando se encuentra mal es que Sonia le haga un interrogatorio del tipo “¿Te pasa algo? ¿Seguro que no te pasa nada? ¿Por qué no me cuentas nunca nada?”. Aunque mentir no es lo ideal, quizá sea una forma de evitar los conflictos y de evitar que la relación de pareja sufra de forma innecesaria. Al menos eso es lo que piensa Pedro.
El ejemplo que pongo es uno de los muchos que os podría contar que he escuchado en la terapia de pareja. En este caso vemos esas “pequeñas cosas” que se hacen o dicen para evitar un conflicto. Pero en este fragmento sólo vemos una pequeña parte de la película de una relación. Un día se evita un conflicto no comunicándose, otro día se dice una mentira para no dar lugar al enfado y así sucesivamente. Cada vez se construye un muro más grande entre la pareja. Ese muro de distancia, de desconocimiento, de dolor y sentimientos reprimidos es una de las razones que puede que un día lleven a la destrucción del amor. Y cuando el amor se destruye, muchos optan por terminar la relación, porque no siempre se sabe cómo volver a reconstruirlo.
La relación de pareja se basa en la inversión que dos personas hacen para caminar juntas. Hay parejas que, aparentemente, siguen caminando juntos después del paso del tiempo. Pero caminar en paralelo, no es lo mismo que caminar juntos. Para caminar juntos hay que construir puentes entre los mundos de dos personas distintas. Estos puentes se basan en la confianza, la comunicación profunda, la proyección, la valoración y el conocimiento del amor.
Nadie se despierta un buen día y descubre que el amor se ha acabado y que su relación está vacía. El amor es un proceso, es una construcción. Uno de los mayores errores es dejar de construir juntos para evitar el esfuerzo de enfrentarse a una dificultad. Dicho de otro modo, cuando uno sigue construyendo su mundo en paralelo, aislado de la pareja, acaba encontrándose desconectado de su amor. Cuando se dejan de comunicar las necesidades, los deseos, los sentimientos, los pensamientos, etc. porque pensamos que no serán comprendidos, que producirán conflicto o que no sirve para nada, la relación se verá resentida con el paso del tiempo. Porque al hacer esto, dejamos de construir, dejamos de darnos a conocer y con el paso del tiempo, podemos vernos como dos individuos aislados, que caminan en paralelo, que conviven pero que ya no se conocen.
Mi consejo es no dejar que la relación de pareja se guíe por la inercia, que cada uno sea consciente de la dirección de sus actos, que se valoren las consecuencias inmediatas, pero sobre todo, que se valoren las consecuencias a largo plazo. Amar es un riesgo y una oportunidad. El amor se fortalece cuando, además de querer amar, sabemos cómo hacerlo.
Os dejo con la siguiente frase para la reflexión del poeta indio Rabindranath Tagore:
“No basta con querer, hay que saber el camino”.