La presencia de obesidad puede traer problemas de diversa índole que repercuten en la salud sexual de las personas. No es una afirmación que deba ser tomada a la ligera. Y es que, el 40% de la población española tiene sobrepeso u obesidad. Ante los datos es conveniente repasar aquellos aspectos de la sexualidad que se pueden ver comprometidos al padecer altos índices de grasa corporal.
Baja autoestima y pobre autoimagen corporal. Es un problema que principalmente afecta a las mujeres, aunque muchos hombres también lo padecen. El verse mal con uno mismo hace difícil querer tener un encuentro sexual con otra persona en la que te muestras en tu forma más vulnerable. Como enseñar tu cuerpo a otro cuando no eres capaz ni enseñártelo a ti mismo.
Dificultad para afrontar el esfuerzo físico. El aumento de la obesidad suele llevar consigo el aumento del sedentarismo. El sexo es un ejercicio físico y como tal les es difícil mantener el ritmo que quisieran, o estar determinado tiempo. Es común que finalmente se acabe adoptando una postura y un ritmo determinado con el que se encuentren más cómodos y realizar un esfuerzo menor. Esto trae consigo que el sexo tienda a volverse monótono y cada vez menos satisfactorio.
En el hombre: Transformación de la testosterona en estrógenos. En los tejidos grasos se da un cambio metabólico que transforma la testosterona (principal hormona sexual masculina) en estrógenos (hormona sexual femenina). ¿Qué ocasiona esto? Principalmente la reducción del deseo. Nos encontramos con personas que atraviesan una etapa de bajo deseo sexual y tienden a achacar este problema a diferentes variables, como la edad, el estrés, el largo tiempo con la pareja, etc. En ocasiones este cambio metabólico también puede acarrear cambios en el tamaño de los genitales y en la distribución del vello corporal.
En el hombre: Disfunción eréctil. Debido a la peor circulación sanguínea que las personas obesas poseen, es común que aparezcan problemas de erección en el varón. Recordamos que la erección es causada por un aumento del flujo de sangre en el pene, que mediante la ayuda de un tejido membranoso se atrapa la sangre para que no vuelva a su cauce normal. Es por ello que una pobre circulación de la sangre en determinados casos pueda producir una incapacidad del varón para tener una erección.
En la mujer: Falta de lubricación y sensibilidad en el clítoris. El problema es ocasionado también por una pobre circulación. Aunque los problemas no suelen ser de alta gravedad, dificulta el encuentro sexual y reduce las sensaciones placenteras.
Reducción de la fertilidad. La obesidad trae consigo problemas de este tipo en ambos sexos. En la mujer tiene relación con la presencia de ovarios poliquísticos, mientras que en el varón se suele dar una reducción de la calidad del esperma.
Problemas del corazón e incapacidad para afrontar determinadas posturas. A medida que se avanza en el peso aumenta el riesgo de sufrir problemas cardiacos durante el acto sexual. A su vez se pierde la posibilidad de realizar algunas posturas. En casos de obesidad extrema se acaba consiguiendo la pasividad del cónyuge más obeso, el cual su única posibilidad es quedarse postrado hacia arriba y que su pareja lleve la voz cantante durante el acto.
Antes de finalizar, hay que recordar estos problemas comentados no se dan en todas las personas que padecen sobrepeso u obesidad. La probabilidad de tener uno de estos problemas va en consonancia con el peso de la persona. De tal manera que cuanto mayor sea el peso mayor es la posibilidad.
Así que, la idea no es adelgazar para encajar en unos rígidos cánones de belleza establecidos en nuestra sociedad. La idea es tener metas alcanzables coherentes con motivaciones sanas. Es decir lograr un peso adecuado para una mejor salud física y, por consiguiente, una mejor actividad sexual.