Por Anna Gil Wittke, codirectora del Instituto de la Pareja.
Se fue, pero tú sigues allí. Tus recuerdos son el alimento de la esperanza que te mantiene sin avanzar, a la espera y con la confianza de que este dolor habrá merecido la pena si finalmente esto simplemente es una crisis y esa persona vuelve.
Allí está el dilema, seguir avanzando y perder la esperanza de que vuelva o quedarse a la espera. Muchos recordaréis esa canción de Maná “El muelle de San Blas”, “él juró que volvería y ella juró que esperaría… Llevaba el mismo vestido que por si él volviera no se fuera a equivocar… Su cuerpo se enraizó en el muelle… Sola, sola en el olvido, sola…”
Sola a la espera de que vuelva su amor, sola mientras la vida pasaba. Un reflejo claro de lo que ocurre en nuestra mente cuando el tiempo pasa y nosotros nos quedamos anclados esperando.
En consulta he conocido a personas que llevan años esperando. Quizás 2 años desde que la relación se rompió… O quizás más. Uno de los casos que más me llamó la atención llevaba 15 años esperando. En muchas ocasiones ni siquiera hubo una relación de pareja establecida por ambas partes, pero uno de los dos se enamoró, se quedó prendada por la otra y se quedó en “pausa” mientras los años pasaban.
¿Qué hace que una persona se quede allí?
Sin lugar a dudas la esperanza. La esperanza hace que a pesar de la realidad presente, nos quedemos creyendo que las cosas cambiarán.
Otro factor que también influye es el propio tiempo y lo que se ha invertido. Cuanto más tiempo pase en una relación que no funciona, en un intento de volver con quien no te quiere, más difícil es irse.
¿Por qué? Porque de alguna manera es como si la sensación de fracaso fuera mayor. “Después de todo este tiempo, no me puedo creer que al final no vaya a volver”. “Después de todo lo que he invertido me cuesta creer que no ha servido para nada”.
Es como si montas un negocio y ves que no funciona. Te gastas todos tus ahorros y aun así no funciona. Y, entonces, en lugar de cerrar, sacas un préstamo para ver si así logras remontar. Cuanto más estás invirtiendo, más te cuesta creer que no se va a recuperar.
Pero, cuanto más tardes en “cerrar” mayor será la deuda y más dolorosas las consecuencias de dejar pasar el tiempo.
¿Qué se puede hacer?
Hay que matar la esperanza. La esperanza es el último resquicio de la relación. Me gusta explicarles a los pacientes que mientras hay esperanza, hay relación.
Puede ser que esa relación haya terminado hace años, pero mientras uno siga conectándose día a día a la esperanza de estar con esa persona, la pareja sigue latiendo.
Incluso, en esos casos donde nunca hubo una relación de pareja explícita. Se establece una conexión emocional que alimento a diario a través de “señales” como por ejemplo “me ha etiquetado”, “ha puesto ese story por mí”, “su estado de whatsapp lo pone para que lo vea”, “se ha separado de su pareja porque en el fondo piensa en mí” y un largo etc.
Mientras yo siga vinculado sigue habiendo relación y sigue siendo necesario poder soltarla para seguir avanzando. En este sentido, la relación muere cuando se mata la esperanza de volver.
¿Cómo se mata la esperanza?
Matar la esperanza es un acto voluntario que requiere la valentía de enfrentarse al dolor de la realidad. Lo primero que se puede hacer es fijarse en lo que está pasando a pesar de todas las “señales” o de los recuerdos que invaden mi mente.
Por ejemplo, ante un “yo sé que en el fondo me quiere y que solo necesita tiempo”, hay que dar un paso más y poder decir: “incluso si en el fondo me quiere, la realidad es que no está aquí, es que ahora mismo estoy sola y tengo que poder afrontarlo”.
El presente está lleno de información que nos permite confrontar la esperanza que se basa solo en el pasado o en nuestras expectativas. Algo que puede ayudar es no quedarse atrapado en un “volverá o no volverá”.
La realidad es que ahora mismo no está aquí, que no me coge de la mano cuando más lo necesito. Así que tengo que seguir avanzando y si reaparece que me encuentre en otro lugar, que me encuentre disfrutando de mi propia vida, construyendo y no anclada en el mismo lugar. No dejes tu vida en “pausa” a la espera de que esa persona le dé al “play” para que puedas seguir avanzando.
Si quieres saber más, necesitas ayuda o quieres hacernos cualquier pregunta, escríbenos a info@ipareja.com o llámanos al 692 796 859.