“Mamá, mamá, ¿cómo se hacen los niños?” podría ser una de esas primeras preguntas que un niño, desde su inocencia y curiosidad pregunta a sus progenitores. Los padres saben la respuesta, pero hay una pregunta que invade sus mentes: ¿cómo se lo digo?.
Vivimos en una sociedad altamente sexualizada, cada paso que damos en la calle nos encontramos con carteles, tiendas, o modas que venden sexo, sin embargo, nos encontramos con problemas a la hora de la educación sexual (Carayol Martínez, J., 2017). A día de hoy podemos preguntarle a nuestros teléfonos cualquier cosa y, en unos pocos segundos nos facilitará miles de respuestas, pero ¿son las adecuadas para nuestros hijos o, incluso, para nosotros?
Sabemos que el sexo es un componente importante en nuestra vida, entonces ¿por qué nos cuesta tanto hablarlo? Casi todos los padres temen el momento en que sus hijos le pregunten por esa palabra de cuatro letras que no es amor. ¿Qué hacemos?, ¿contestamos?, ¿dejamos que se le olvide?, ¿intentamos que busque por su cuenta como hicimos la mayoría de nosotros?
El simple hecho de no contestar a preguntas de los niños sobre sexualidad ya les está dando una información bastante importante: “de eso no se puede hablar” (Gil Wittke, A, 2017). A partir de ese momento, el niño que comienza a tener interés empezará la búsqueda de respuestas a sus problemas, bien sea con sus iguales, en televisión o internet. Seguramente, en estos lugares no encuentre respuestas apropiadas a él, por lo que siempre será mejor que sean sus padres los que le proporcionen esta información tan necesaria.
Cuando queremos intentar hablar sobre sexo con los hijos ya es demasiado tarde, o bien porque ya se han iniciado y creen saberlo todo o bien porque están en plena adolescencia y les da vergüenza que sus padres hablen con él o ella de ese tema, prefieren hacerlo con amigos.
Existe la creencia de que cuanto antes hablemos de sexo con los niños antes empezarán a tener relaciones sexuales, pero es falso. Desde la más tierna infancia se pueden dar conductas de exploración o masturbación, no debemos escandalizarnos por esto, ya que simplemente están descubriéndose. Es una fase normal y sana, donde los padres pueden enseñar a los más pequeños que estas conductas sólo se pueden realizar en la intimidad.
La educación sexual debe comenzar desde pequeños, siempre adaptándola a cada edad pero diciendo la verdad, de este modo, además de proporcionar buenas y correctas respuestas a sus preguntas, también estaremos creando un vínculo entre padres e hijos de seguridad y confianza. Si desde pequeños están acostumbrados a que sus padres les den respuestas, de adolescentes acudirán a la familia ante cualquier duda.
Ahora bien, ¿cómo hablo con mi hijo de sexo? Cuando pregunten siempre deben tener una respuesta clara y sincera. Si no sabemos algo, podremos decirle que lo desconocemos y buscar esa información junto con el niño. En el caso de sentirnos perdidos y no saber cómo empezar, el Instituto de la Pareja ofrece charlas de educación afectivo-sexual para padres e hijos. Además, existen libros al alcance de todos, con un lenguaje para niños que se pueden utilizar como soporte cuando hablamos con nuestros hijos sobre este tema.