Hay quien piensa que comenzar con una pareja significa perder su libertad, perderse a sí mismo, a su identidad. Pero ¿y si uno más uno, no es uno? ¿Y si amarillo más rojo, no es naranja, sino una amplia y hermosa gama de tonos ocre?
Una persona que se precie, que crezca un poco cada día, que no huya de su mundo interior, sino que lo enriquezca, difícilmente será contaminada por alguien tóxico. Dos personas completas unidas, más que cortarse las alas, se darán fuerzas para batirlas.
Muchas veces, la mirada atenta y positiva del otro, ve en ti cualidades dormidas, no explotadas, que se habían escapado de tu consciencia. Formando un buen equipo, esa otra persona puede aportarte aficiones nuevas, dinamismo en los momentos de estancamiento, calma en los tiempos turbulentos, rabia cuando te pisan y no te percatas… Lejos de quitarte tiempo para tus amigos, puede aportarte nuevas amistades, y sobre todo respetar tu espacio.
Otras veces hay sinceridades dolorosas pero necesarias, profesiones que os alejan temporalmente, hay conflictos, hay gatos a los que eres alérgico. Sin embargo, un guerrero utiliza armas, y busca nuevas. La inteligencia emocional os ayudará a entenderos, a comunicaros, a ser flexibles. El compromiso, esa palabra temida, es la espada que no dejará que vuestra amistad y sexualidad se apaguen por no dedicar tiempo a vosotros tres: a uno, al otro, a la pareja. La terapia es también un arma poderosa que os ayuda a encontrar vuestras herramientas para esta aventura.
En definitiva, las relaciones, como la vida, son para disfrutarlas.